Una teoría muy interesante es la Teoría de la Inteligencia Exitosa de Robert J. Stenberg, que distingue tres aspectos de la inteligencia:
- Inteligencia analítica: implica la dirección consciente de nuestros procesos mentales, para encontrar una solución a un problema.
- Inteligencia creativa: es la capacidad para ir más allá de lo dado y engendrar ideas nuevas e interesantes.
- Inteligencia práctica: es la capacidad para traducir la teoría en la práctica y las teorías abstractas en realizaciones prácticas.
Sabemos que las cuestiones de cumplimiento normativo necesitan de la inteligencia analítica para su comprensión, interpretación y aplicación adecuadas.
Por otra parte, las cuestiones éticas, que hoy son parte fundamental de los programas de Compliance en las organizaciones, requieren de inteligencia práctica, para llevar a la realidad cuestiones filosóficas, que tienen que ver con el fuero interno de cada ser humano y la exteriorización de valores morales en la práctica laboral y personal diaria.
Ahora bien, tanto el cumplimiento normativo como la ética, en la actualidad, requieren de creatividad para poder ser asimilados y aplicados en el mundo cambiante que nos toca vivir, en medio de la vorágine tecnológica y la celeridad con la que ocurren modificaciones en el comercio, la comunicación y las estructuras sociales.
Un programa de formación en Compliance efectivo, requiere brindar contenido técnico para su análisis, contenido moral para su asimilación y posterior traslado a la realidad cotidiana, y también contenido creativo, a través de la gamificación, que incluye animaciones, casos reales y actividades prácticas.
A nivel internacional, las capacitaciones realizadas en materia de Compliance, son efectivas para atenuar penas o eximir de responsabilidad a las personas jurídicas. Pero no basta con demostrar una “capacitación de papel”, es fundamental tener llegada efectiva a cada uno de los miembros de la organización, y también, si es posible, a nuestras terceras partes, que pueden afectarnos a nivel legal, económico y reputacional, a través de un accionar alejado de la moral y de la legalidad.